El último Dakar en moto de Gerard Farrés

El último Dakar en moto de Gerard Farrés

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Gerard Farrés ya recorre el que será el último Dakar a lomos de su KTM. El piloto catalán anunció que la 40ª edición del rally pondrá el broche final a su participación en la categoría de motos. Farreti, como se le conoce en su círculo más cercano, quiere despedirse a lo grande de la prueba del motor más exigente del mundo, en la que debutó hace más de una década, y en la que ha conseguido su mayor logro profesional: un valiosísimo tercer puesto en la carrera del pasado año, pero eso ya es historia.

La veda del Dakar 2018 ya ha quedado abierta, y tras 30 kilómetros iniciales que el propio Farreti describió como “peligrosos”, el piloto catalán se liberó de los clásicos nervios iniciales para completar una primera jornada complicada. Su experiencia sobre la moto de la que se despide en esta edición le llevó a realizar una conducción cauta, prudente y conservadora para asegurar un comienzo sin errores del rally, del que Farrés espera “muchas sorpresas”.

Y esas sorpresas han llegado en la segunda etapa, que el propio piloto ha definido como “brutal”. El verdadero Dakar ha comenzado, y las arenas del desierto no han tardado en presentar grandes dificultades a todos los vehículos. “Era muy fácil quedarse atascado”, reconocía el piloto al llegar a la meta para después añadir convencido que “estamos dando los pasos adecuados”.

Farrés ha acabado la etapa a 20 minutos del primer clasificado tras recuperar 10 puestos en la segunda mitad del recorrido (del puesto 25º al 15º). Los casi 300 kilómetros del Desierto de Ica no han defraudado en absoluto en una cita que ha traído consigo novedades en el formato de la carrera. La salida de los coches ha sido antes que la de las motos, y esta, a priori, ligera variación ha acabado siendo devastadora para una carrera que ha presentado nuevos retos a sus participantes. El cambio ha dejado a los coches sin sus habituales trazas de motos, y los pilotos de estas han tenido que afrontar un terreno fuera de pista, destrozado en una segunda etapa apasionante.

Un piloto hecho a medida para hacer historia el Dakar

Pese a que la trayectoria de Farrés produzca cierto vértigo por la forma en la que ha ido creciendo como piloto, desde el inicio dejó entrever que tenía un talento especial. Su debut en el Dakar 2006 fue un anticipo de lo que sería y sigue siendo su carrera: épica, coraje y sobre todo, trabajo.

Poco antes de su primera participación en el rally más duro del planeta, Farrés se rompió los ligamentos cruzados anteriores, posteriores, externos y además, el menisco. Lo que en un principio eran seis meses de baja y aplazar el sueño de su infancia a una próxima edición, acabaron siendo dos meses de descanso y puesta a punto para tomar la salida de la prueba en Lisboa. Su gesta no acababa ahí, no había hecho nada más que comenzar. Unas dos semanas de mucho sufrimiento y dolor tuvieron el final que merecían con un dignísimo 16º puesto (segundo mejor rookie del año), una hazaña de un mérito enorme por la que desde entonces se le conoce como el ‘Jabalí del desierto’.

El Dakar es una prueba de superación kilómetro a kilómetro, un encuentro constante con adversidades en tu camino hasta que alcanzas la meta que siempre has soñado. La carrera de Farrés ha sido un Dakar día a día. Su debut en 2006 hacía prever una carrera brillante, que sin embargo, tardó varios años en llegar. Por razones ajenas a él, el piloto no pudo volver a participar hasta tres años después, en 2009, donde saboreó el éxito desde el anonimato, como mochilero de Marc Coma en el KTM Repsol.

Tras unos años llenos de cambios de equipos, con un destacado séptimo puesto en 2012 y una participación como número 2 del chileno ‘Chaleco’ López en 2010 como eventos más destacados en su trayectoria, a finales de 2015 llegó su gran oportunidad. El equipo Himoinsa llamó a su puerta. No hizo falta pensarse nada más.

Solo en menos de dos años después de la firma de su contrato, llegó el mayor logro de su carrera, un tercer puesto en el Dakar que aún hoy saborea, pero que no le distrae de la realidad. Farrés ya se encuentra recorriendo el desierto y no hay tiempo para recordar el éxito del pasado año cuando el objetivo no es igualarlo, sino mejorarlo.

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